Nadando entre compases y partituras. Bebiéndome blancas, corcheras, claves de sol, claves de fa...me va todo. Y me va todo porque es nuevo, desconocido y me pone. Me pone la piel de gallina. Viento, cuerda o percusión, todo me hace vibrar y jugar a adivinar de donde sale cada sonido y quién toca qué. Jugando al escondite con los ritmos y las melodias a ver si las encontraba a ellas entre todo el conjunto, como cuando entre la multitud de una discoteca te cruzas con una mirada que te sonríe satisfecha por haberla encontrado.
En la oscuridad, y sin que nadie me viera, he bailado como si de un vals de tratáse una danza de la Europa del Este. Estos momentos suelen ir acompañados de la banda sonora que suena en tu cabeza, sólo que aquí la banda sonora sonaba de verdad envolviendo la atmosfera del romanticismo que se merecía.Estoy de resaca musical.
Sufro Delirium tremens.
Quiero seguir surfeando las melodias junto con el director de la orquesta y dejarme que las olas me arrastren, me ahoguen y luego me devuelvan sana y salva a la orilla.
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