martes, 31 de diciembre de 2013

De vegades



Hay veces que una despedida no tiene porque ser triste, ni emotiva, ni siquiera  tiene que ir acompañada de un abrazo; de esos en los que controlas las ganas de llorar para que no sea tan dramático. Las personas odiamos por definición las despedidas porque preferimos dejar pasar el tiempo, olvidar y que todo vuelva a su cauce de la manera más natural posible y, por qué no, para ahorrarnos el mal trago. Solemos situar las despedidas en lugares tales como una estación de tren, un aeropuerto, o en el umbral de la puerta de un ser querido bajo los efectos anestesiantes de un “Siempre te querré”.



Hay veces que simplemente se nos priva del derecho a ejercer nuestro pertinente ritual de despedida.  Saltándote ese paso nos encontramos directamente en la época del luto, que se alarga mucho más con la omisión del susodicho ritual. Aún sigo buscando culpables.



Hay veces que, en el momento que soplamos las velas de nuestro cumpleaños o una pestaña que ha pasado a mejor vida, pedimos con todas nuestras fuerzas un último encuentro para poder decir todo lo que mil veces hemos escrito en un papel en blanco o, un simple adiós.



 Y hay otras veces que cuando se nos brinda esta oportunidad simplemente nos basta con un:
 “Hasta nunca, que te vaya bien la vida.”. 





Mi regalito de fin de año.

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Quince años tiene mi amor

Era  mi décimo quinto cumpleaños, 21 de Mayo, siempre soleado. Aquel año decidí celebrarlo en la playa con un número considerable de amigos. De aquellos tantísimos creo que ahora sólo me sigo viendo con cinco. Los demás se han ido perdiendo por el camino entre peleas, discrepancias y la irremediable realidad, que te lava la cara por las mañanas para que veas con un poco más de claridad. La adolescencia es como el alcohol que exalta los sentimientos y las amistades, así que todo aquel grupo de semi desconocidos eran entonces mis más íntimos amigos.
Antes de llegar al paseo marítimo paramos en un bazar chino y con el descaro necesario sacamos todo tipo de documentación falsa. Nuestros argumentos se cogían con pinzas, al igual que nuestra actitud. Era toda una aventura intentar comprar alcohol sin tener la mayoría de edad. Yo estaba sobreexcitada por la situación, me sentía desafiando las leyes del tiempo y rebelándome contra las normas establecidas por el patriarcado. ¡Qué os den, capullos!- pensé. Era una pequeña anarquista incomprendida disfrazada de masa social, bajo el patrón de jovencita de quince años disimulando su virginidad, para no desentonar. Así que una vez con el arsenal de botellas de alcohol en mano, nos dirigimos hacía la playa. Entre chicos y chicas éramos al menos veinte personas predispuestas a descubrir los famosos y peligrosos efectos del alcohol, a las 18h de la tarde. Al llegar a la playa fuimos llenando vasos y vaciando botellas a un ritmo frenético, casi ansioso. El mar cada vez tenía más oleaje, la marea subía y bajaba a nuestro antojo adolescente y yo me sentía como una auténtica estrella de rock rodeada de tantas caras conocidas. Todo iba bien, la realidad cada vez era menos trascendental, pero no por eso más incierta y todos nosotros empezamos a sincerarnos los unos con los otros, entre confesiones, risas desbocadas y algún que otro beso robado. El paisaje era idílico; el mar mediterráneo de fondo, la arena a la izquierda y nosotros encima de un conjunto de rocas, mirándolo todo des de arriba, des del palco de la vida. La zona estaba en obras, parecía una especie de collage hecho de roca y hormigón con pintadas de grafiti como colofón. Era como una pasarela que bordeaba el mar, el escenario perfecto para el final de una novela romántica o el lugar de culto donde tirar las cenizas de un ser querido. Si te aventurabas a continuarla descubrías las primeras pinceladas del futuro puerto de Badalona. Así que esa parte no pertenecía a nadie, ni a los obreros, ni a los marineros, ni a los vecinos de la zona.
Mi mejor amiga organizó un brindis en mi honor y cuando alzamos los vasos de plástico hacía el cielo, se le cayó el reloj entre dos rocas. En lugar de felicitarme empezó a maldecir todo aquello que la rodeaba casi sacando espuma por la boca. Todos nos acercamos e intentamos ayudarla a recuperar su reloj, que según decía, era el de la comunión. Se lo había regalado su abuelo, el cual aún seguía vivo en su recuerdo entre las cuatro paredes de la torre de Vilanova. Y, en un movimiento casi coreográfico todos nos apartamos dejando al descubierto la silueta a contraluz de Jesús, el Salvador. Nos miró  a todos con mirada desafiante  casi de telenovela y con voz de doblaje dijo:
-Yo recuperaré ese reloj.
En mi mente todas nos deshicimos en aplausos y gritos de deseo mientras él desfilaba por la pasarela improvisada que le habíamos creado. Así que se puso manos a la obra y se perdió entre las rocas, no sin antes guiñarle el ojo a mi amiga con sonrisa de “tranquila nena, todo irá bien”. Yo lo viví como la gran aventura de mis quince años que siempre sería recordada a la hora del vermut. Y realmente, así sería…
Jesús al entrar al socavón, vio el reloj de plata de mi amiga y con su musculoso brazo intentó llegar a él. Fue imposible. Fueron pasando los minutos y su expresión facial fue cambiando, al igual que nuestras expectativas. La resignación inundó el ambiente y yo no fui la primera que tiró la toalla, sino la principal implicada, mi amiga.
-        ¡Da igual Jesús, sal de ahí que vas a acabar haciéndote daño!
Él bajando la mirada avergonzado asintió mientras empezaba a hacer fuerzas para subir. Con los brazos se impulsó para elevarse pero no subía, con las piernas hizo fuerza y no subía, con todo el cuerpo hizo presión y no subía. Estaba atrapado. Nos pensábamos que su humor sobrepasaba los límites del buen gusto y que todo aquello no era más que una broma macabra. Pero no era así, lo desciframos por su rictus pálido y desfigurado. Tenía la pierna atrapada.
A partir de ahí todo fue muy rápido, no recuerdo el orden de lo sucedido, solo veía movimiento, mucho movimiento confuso. Y mientras tanto yo estaba quieta, inmóvil, simplemente intentando procesar toda la información y entender que había pasado ahí. Amigos míos estirando de los brazos de Jesús que lloraba y gimoteaba lo mucho que quería a su madre. La gente de alrededor se empezó a acercar; hombres que paseaban a su perro, padres con sus hijos, incluso pescadores intentaron ayudar a mi amigo que aquella tumba rocosa que él mismo había cavado. Sus llantos se entremezclaban con los de mi mejor amiga que se movía como una autista en plena crisis. Si te acercabas mucho descubrías que iba repitiendo para sí misma: “Es culpa mía, es culpa mía, es culpa mía”,  mientras se mordía los nudillos hasta sangrar.
¡Vaya cumpleaños, aquello era un cuadro!
Escuché a lo lejos la palabra “bomberos” y en un momento de cordura deduje su significado. 
¿Ya vienen los bomberos? ¡Ni hablar, yo desaparezco de aquí! 
Y en un acto de, aún no sé si fue valentía o cobardía, salí corriendo junto con una chica lejos de todo ese circo. Corrimos muchísimo, antes de que los medios de comunicación llegaran y mi madre me viera borracha. Sí, eso era lo único en lo que pensaba en aquel momento.

Siete años después, aún es inevitable recordar ese suceso sin morir de la risa.




PD: Los nombres han sido cambiados para no herir ningún tipo de sensibilidad ni exponer la intimidad de vidas ajenas.

jueves, 28 de noviembre de 2013

Mi primera vez

He trabajado en los grandes teatros de Europa, bajo la dirección de grandes cabezas pensantes, interpretando los textos de los grandes autores de los últimos siglos. La verdad es que no me puedo quejar, he tenido suerte. Aunque de la suerte y el azar no me acabo de fiar, la verdad. Yo soy más de Picasso y “que las musas te pillen trabajando”. Musa, bonito nombre, me han definido así más de una vez, saben. 
Púes bien, os explicaré como logré llegar hasta aquí, y no, no tengo la fórmula secreta del éxito, y si la tuviera os puedo asegurar que la vendería muy cara. Empezaré poco a poco, con pies de plomo a explicaros mis inicios en el maravilloso mundo del teatro. Me salto mi papel de Bruja de Hansel y Gretel, y el de Ángel en una obra navideña, pasando de largo por Campanilla, por una Moira del Inframundo y también por la dicharachera narradora de la tragedia navideña “La Cerillera”. Después de hacer este fugaz recorrido por el teatro escolar, llegamos a mi primera compañía: “La Moral”. Tenía quince años y había entrado con una amiga a cursar el taller de los sábados por la mañana. Representábamos la comedia de Woody Allen “No et beguis l’aigua” y yo estaba muy contenta con mi personaje y mis compañeros. Os cuento un secreto: Mi marido sobre el escenario era un chico muy guapo y educado (había conocido pocos como él).  Aún somos amigos, así que si me estás leyendo, lo harás tarde o temprano, te mando un saludo. Él y los demás me ayudaron mucho, cogimos confianza rápido y las mañanas de sábado cada vez se me hacían más apetecibles. Yo iba notando como aquello iba pasando de ser un simple hobby a ser un pequeño gusanito que me recorría el estómago haciéndome cosquillas. Después de varios ensayos llegó el día esperado, el momento de la verdad, el todo o el nada. Realmente no dejaba de ser una pequeña muestra de teatro juvenil, de una pequeña compañía, de un pequeño barrio, de una pequeña ciudad, pero para mí era un hecho muy importante.

Aquel domingo llegué muy pronto al teatro, nos habían citado a las cuatro y la actuación era a las seis. Yo, al acabar de comer me calcé mi caperuza roja, mi cesta y me aventuré a la calle. Pensaba en caperucita porque era un cuento y un personaje con el que siempre me había sentido identificada, pero la verdad es que yo era muy mala imitadora. Durante el camino me mordí las uñas, me comí la merienda de la cesta y asusté al lobo con mis pasos rápidos de “llego tarde”, pero llegaba muy pronto.  Me paré en un bar para comprar un paquete de tabaco (si, para entonces ya fumaba), necesitaba humo en mis pulmones para apaciguar el ritmo frenético de mi caja torácica. Me fumé tres cigarrillos por el camino a modo de placebo porque, yo bien sabía que no me calmarían. Al llegar al teatro mi corazón cobró vida y salió del pecho por un momento, haciendo que mi cuerpo se agitara involuntariamente con un movimiento espasmódico que me hizo sonrojar de la vergüenza. – Empezamos bien, - pensé. 
Fui al vestuario donde estaba mi compañero preferido y la directora, estuvimos hablando de cosas ajenas al espectáculo y mi voz estaba más temblorosa que la mismísima ciudad de Chile. No sé si ellos lo notaron, pero mis cuerdas vocales pasaron de ser suaves y sensibles como las cuerdas de un arpa a  ser duras y eléctricas como las de un bajo en pleno concierto. Bebí agua y mi garganta se refrescó haciéndome olvidar el temblor de mis cuerdas vocales y, el concierto interno en el cual intervenía el corazón marcando la pulsación y el diafragma a modo de acordeón. Por fin estaba más tranquila. Me vestí, me maquillé, repasé el texto y escuché:

-¡Falta media hora!

Esas tres palabras se me clavaron en el estómago como una estaca. 
-No quiero hacer teatro, no quiero hacer teatro, no quiero hacer teatro - me repetí constantemente durante esos treinta minutos. A los cinco restantes todos nos empezamos a dar abrazos deseándonos “Mucha mierda”. Me daba vergüenza que los demás, al abrazarme, notaran cada sístole y diástole en forma de semicorcheas. Subí las escaleras y esperé, como todos, entre las bambalinas rojas de terciopelo. Olían a viejo y el espacio que éstas nos delimitaba era muy pequeño, el escenario pequeño para un bonito ataque de ansiedad inoportuno. No fue el caso. Las manos me sudaban más que nunca y aunque me las secara contra el vestido se me volvían a mojar al instante. Las piernas no me reaccionaban, estaban como dormidas, asustadas, paralizadas, no estaba segura que me fueran a reaccionar. Mi boca era como un desierto subsahariano; me sentía la boca pastosa, como si hubiera tragado arena. La lengua estaba medio muerta  posada entre los dientes y no muy dispuesta a despertar. Y todo esto, estando atenta a la situación que trascurría en escena para saber cuándo  entrar, mi señal era un disparo sordo de una pistola de fogueo. Tres, dos, uno… Bang! 
Mi pie ya estaba en el escenario, mi cabeza bajo los focos y la mirada, tal y como me habían dicho, direccionada a la tabla de luces. Empecé con la boca seca pero al par de dos minutos todo se desvaneció y el pánico se convirtió en placer y generosidad. 

Y eso es el teatro, amigos, la conversión de tus miedos en movimiento, pasión y comunicación.

Pentesilea- Heinrich Von Kleist
Febrer 2013
Col·legi de Teatre de Barcelona


domingo, 24 de noviembre de 2013

Medidas desesperadas

Mis primos tenían un precioso Husky siberiano muy dócil y obediente. Tenía, como es propio en esa raza, un ojo de cada color; uno azul cielo y otro verde oliva. Ese hecho a mi me hacía gracia porque me recordaba a una niña de clase;  Montse le pusieron sus padres y nosotros, bajo la crueldad infantil la bautizamos como “La Husky”. El perro de mis primos era mucho más dócil, amigable y cariñoso que Montse, que era un poco arisca. Un día mí perruno amigo contrajo una enfermedad incurable: “celos”, semejante a la famosa rabia canina, pero mucho más devastadora y mortal. Era un animal tan sensible y humano que éste sentimiento se le infectó hasta enquistarle el corazón. En esa época mi prima trajo al mundo a una niña monísima de grandes mofletes rosados y ojos curiosos que examinaba todo aquello que le rodeaba con especial dulzura. Mis primos estaban entregadísimos a la labor de ser padres primerizos pero todavía no se aclaraban con los horarios de sueño del bebé, ni de comida, tampoco con el ritual de cambiar los pañales, ni con el “eructito” de después de comer, que no salía.  Desde el genial acontecimiento de ser uno más en casa, el comportamiento del bueno de Husky empezó a cambiar;  al principio protegía a la niña como si fuera uno más de sus progenitores, pero poco a poco, al notar que dejaban de jugar con él para hacer biberones empezó a mostrarse más que distante con ella, incluso a gruñirle en un par de ocasiones. Mis primos, llegados este punto se vieron en la obligación de elegir entre el perro y el bebé. Después de la pertinente deliberación el perro fue llevado a su veterinario, el de toda la vida, el cual se convirtió por un momento en verdugo.
 El pequeño Husky murió el tres de Diciembre del 1999. ¿La causa? Una inyección en el lomo que le cerró los ojos,  tal como la manzana a  Blancanieves. Una vez cometido el sacrilegio mis primos no sabían qué hacer con el cuerpo, y tras contemplarlo tendido en la camilla decidieron que no querían olvidarlo, que no estaban conformes limitándose solo al recuerdo de los buenos tiempos.
 ¿Solución?
Disecarlo.
Habían dado con la clave. ¿Quién decía que no se puede tener todo en esta vida? Embalsamaron al perro y  su casa pasó del olor a desinfectante y pienso, al de potito y pañal. Todo eran ventajas, ahora tenían una nueva mesa para dejar los juguetes y trastos de la niña. Era un mueble totalmente de diseño bajo la forma del estupendo cuerpo de su antiguo y fiel amigo Husky. Era una pieza única en el mundo, con un valor sentimental que no se podía calcular con dinero.

Desde  ese momento dejé de visitar a mis primos que pasaron de ser una pareja encantadora y divertida a ser unos psicópatas sanguinarios, bajo mi mirada afectada de una niña de siete años. Con el tiempo todo se cura y hoy en día puedo decir que veo a mis primos como unos padres responsables que quieren a su  hija y no como los sádicos asesinos que se me antojaban años atrás.  Y como cuando el tiempo pasa, pasa para todos, ellos poco a poco se han ido arrugando, secando y moldeando su rictus bajo el patrón inexpresivo del fiscal de un juicio sumarísimo. Sus cabellos tienen canas, el blanco ha ido cubriendo su pelo como si les nevara encima hasta llegar a tener una cierta similitud con un husky siberiano. El bebé, como sus padres, también ha crecido y se ha convertido en una preciosa niña consentida y sin mascota que, cada vez que la veo me recuerda a  ese perro juguetón que procuraba no morderme los dedos cada vez que le premiaba con una galletita. 

lunes, 18 de noviembre de 2013

Sunday morning.

Era un domingo cualquiera, de una semana cualquiera de un bonito mes de Mayo. Para celebrar la llegada de Perséfone y sus infantas a la ciudad, cada sábado noche hacía un pequeño ritual en su honor para agradecerles así la llegada del sol y el color a nuestras vidas. Me ponía mis mejores atuendos; túnicas virginales, vestidos de flores y faldas que dejaban ver mi lunar de la rodilla. Cubría también mi piel de frescos ungüentos e impregnaba mi cuerpo en alcohol. Copa tras copa, frasco tras frasco me ponía en sintonía con mí alrededor y la naturaleza modernista de la metrópolis que me rodeaba. Era un ritual, sí, mi propio ritual de primavera. Y como parte del ritual, no menos importante que la anterior, está la mañana del después que, con un poco de suerte, podía pasarla acompañada de algún Semidiós griego, pero éste no era el caso.
Me desperté sobresaltada por el ruido constante de un somier oxidado, creía que era parte de mi embriagado sueño pero al abrir los ojos y contemplar mi mareada realidad me di cuenta que mis vecinos de arriba estaban pasando una pasional mañana de domingo. El reloj marcaba las diez y media y yo apenas llevaba tres horas de sueño en el cuerpo. Intenté concentrarme para volver a mi misma e imaginarme que yo era la protagonista de aquella entrañable escena conyugal. Teniendo en cuenta que mis vecinos me doblan la edad y están felizmente casados con dos niños no me pareció de más que, al menos una vez a la semana, se entregaran al placer de la carne. El sonido era monótono, constante y sosegado. Me imaginaba caricias de por medio y algún que otro “te quiero”, pero yo quería seguir durmiendo entre mis sábanas recién cambiadas.  Conseguí volver a cerrar los ojos pero a los pocos minutos un golpe seco me ensordeció los oídos. Silencio.
¿Ya está?- pensé. Pero el somier cogió carrerilla como si no hubiera ningún tipo de colchón de por medio y, a dos tiempos, empezó la orquestra sinfónica de los horrores. Gemidos agudos y tonos graves se entremezclaban con  algún que otro mote obsceno  que travesaban vilmente las paredes de mi habitación, que se convirtió en la sala de espera de un matadero en la cual decenas de cochinillos y terneros esperaban histéricos la hora de su muerte. Aquello pasó de ser una bonita, incluso graciosa estampa familiar a una insaciable sesión de sado. El ruido aterrador del hierro del somier se volvió homogéneo y los chillidos de la pareja cada vez más y más cercanos; como si me gritaran al oído, como si yo estuviera allí con ellos compartiendo su más expuesta intimidad. Me sentí voyeur por un momento y mi resaca se transformó en una preocupación maternal que nunca antes había sentido.

¿Sus hijos estarán presenciando, tal como yo el espectáculo? O incluso peor, porque si yo estaba en primera fila ellos tenían el palco VIP. Esa preocupación se convirtió en un estado físico al borde de la ansiedad y un ardor repentino me subió des de la boca del estómago hasta los pies de mi cama. Ahora todos esos graznidos y gritos de socorro de aquellos pobres animalillos histéricos,  habían pasado por la sala de tortura y colgaban goteando sangre des de mi propio techo inundando la estancia con una putrefacta olor a vómito y ron. Cogí fuerzas y decidí despegarme de las sábanas hasta llegar al piso de arriba; descalza, con apenas una camiseta y mucho por decir. Piqué tres veces al timbre convencida en todo lo que les iba a decir alegando al respeto, al descanso personal y a la intimidad. Al escuchar los pasos tras la puerta y a continuación el rostro sofocado de la pareja, un vómito ardiente de palabras volvió a subirme des de el estómago, pasando por el esófago, hasta llegar a su bonito felpudo en el cual ponía “Bienvenidos”.
 Su cara fue un poema y yo, un poco más tranquila, pasé mi resaca.

martes, 8 de octubre de 2013

Cartas a una joven aprendiz.

Te engañé, sí. Todo era mentira, un guión, un ensayo. Sé que me entiendes. Una preparación tanto tuya como mía para poder salir de aquí, salir de este cubículo húmedo en el cual un día coincidimos sin mirarnos.

Todo esto lo he hecho por mí, sobre todo por mí, pero tú también puedes salir ganando; sólo tienes que coserte la cabeza de cordero degollado y cubrirte con la piel de lobo que te tengo preparada.  Como ves es un cuento lleno de ventajas, seré sincero, también de mentiras. Yo ya soy un perro viejo y me he cansado de tu candidez; quiero que aprendas a saber detectarnos, pero eso como era de esperar no te lo enseñé dada mi condición de comerciante y mercader de emociones. Te entrené para estar preparada para la vida, pequeña. Deberías de estarme agradecida.

Todos los pajarillos que te revoloteaban y querían plantar su nido junto al tuyo ya están lejos, no puedes hacerte daño. Ya estás de nuevo con la madre tierra teniendo la perspectiva digna de un carroñero disfrazado de Colibrí. De nada, no tienes que agradecérmelo. Como último consejo te diré que no te entregues tanto pequeña. Después todo aquello que dejaste ver, toda aquella pluma que enseñaste no volverá nunca más a tu follaje que ya no es virgen ni libre de intimidad.

Lo ves, te has hecho mayor, tienes un baúl lleno de anhelos y sueños bien guardado bajo llave que nadie te arrebatará porque son tuyos y de nadie más. Creíste conocer el mío porque aún eras un aprendiz inocente y sonriente con esperanzas en la humanidad. No te culpes por ello.  Estás casi preparada para recibir el título de “individuo”, de masa homogénea de esta cosa llamada vulgarmente “vida”.

Has tenido tus merecidas vacaciones y ahora, para finalizar, solo queda una última prueba. Te pediré una cosa que no he hecho nunca bajo mi condición de maestro y ahora no lo haré, sino que lo ordenaré bajo ningún tipo de remordimiento ni empatía, tal y como dicta el manual de tirano. Cierra los ojos y escucha:

La última condición es que te entregues a tu profesor en la totalidad de la expresión “En cuerpo y alma”, el alma ya sabes que lo tengo,  así que empezaré a contar suavemente hasta tres y al acabar de pronunciar la última “ese” quiero todo tu plumaje acariciando el suelo que nos sostiene erguidos, del cual en breves minutos serás digna de pisar con total independencia de pensamiento.

Tres.

Ahora ya estás sola. Tienes el diploma con mi firma dibujado en la piel. 
Tú decides, o te quedas o te cambias.

Enhorabuena pequeña, ya eres una más!



No es por maldad, lo juro, es que me divierte el juego.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Soy el metro que se escapa,
La nata de un vaso de leche caliente,
Tu  principio y tú final,
La  dosis de realidad del amor de verano,
La resaca del día siguiente,
El despertar en casa de un desconocido,
La ventana que deja escapar la magia de un instante.

Soy la nota disonante,
El despido imprecedente,
La manzana de la Blancanieves,
El silencio incómodo de una conversación,
Las manos nerviosas que no saben dónde meterse.

Soy el azar sin culpa,
El verso sin métrica,
La rima perdida,
El ansia del poeta,
La falta de ortografía que pasa desapercibida.

Soy el monstruo del armario,
La medicina del demente.
Soy el amarillo de tu estrena,
El adiós sin beso,
La caricia compasiva,
El despecho de un plumero.
Soy el mechero que no se entiende,
La nostalgia del momento,
El “ya nos veremos” que miente.

Soy todo eso y mucho más,

Ya llegué, soy Septiembre.


domingo, 28 de julio de 2013

Midnight chickpeas

Tan triste como la vida de un mosquito o como comer garbanzos con queso a las dos y cuarto de la mañana. Así se definía ella. Una chica con la mirada más viva del mundo y a la vez la más desilusionada de su bloque de pisos.
Des de las alturas sueña con un mundo mejor, con personas tan vivas como sus ojos, personas inquietas con mucho amor por regalar. El amor que ella necesita, sin prejuicios ni etiquetas, ni ningún tipo de reclamo ni explicación objetiva de “lo que hiciste anoche”. Gente, personas con gafas de colores que piden el número de teléfono para tomar un café con hielo en una terraza mientras que uno de ellos explica que, aún ser hombre y tu alérgica, tiene tres gatos llamados: Do, Re, Mi y se siente orgulloso de ello pensando en un  futuro Fa.  Él es un hombre que por su aspecto, su sonrisa y su predisposición en la vida te lleva a tener sexo con él. ¿Qué pasa? ¿Por qué no? A los hechos me remito. Un sexo al aire libre, divertido y eléctrico como las chispas que saltan entre ellos, como las farolas de la Barcelona que los advertía de luces azuladas. Sucio, muy sucio, la verdad es que el lugar no estaba demasiado limpio y a las chicas no nos gustan ésas cosas…  Al día siguiente la volvió a llamar, ¡Sorprendente! ésta vez para comer un helado de Stracciatella, un inocente helado de nata con pepitas de chocolate que acabó estampado uno en la cara del otro. No conocemos la nacionalidad de él, en estos momentos ni siquiera la de ella, caminan mirando y sin mucho pensar en quiénes son, de donde provienen y a dónde van. Eso a ella le gusta, mucho. Sin corrientes literarias ni filosóficas, ni románticas, ni racionales y mucho menos empiristas, nada, sólo individuos y sin banderas. Y todo esto sólo por un número, una correlación de números que desboca en una chica triste de madrugada, sonriendo lo in-sonreible, inventándose palabras que a nadie parece importar ni entender, suspirando fuerte. Aparentemente acompañada por el engaño de amigos que en el fondo son vacías maquetas sin nada dentro, sin nada en común, ni una complicidad compartida, nada.  La mirada más viva del mundo apagada por el interior y alrededor de su bloque de pisos.
Ella sigue buscando con la mirada desesperadamente alguien que por favor la saqué de ahí, como lleva haciendo al largo de toda la noche, de todas las noches. Y todo esto soñando des de una perspectiva óptima para dejarse caer al vacío o imaginarse que tras todas esas edificaciones que llega a visualizar  quizás hay una persona alegre que se atreve a nadar en un mar con sabor a helado de Stracciatella teñido del color de sus bonitas gafas de colores.




No corras, no, no, no, no tengas miedo, no muerde, rasca un poquito y encontrarás cosquillas. 
No aprietes, no, no, no, por favor, le haces daño, no  puede respirar, no arañes que sangrará.

sábado, 6 de julio de 2013

Etcétera

Estructuras. Estructuras de todas las formas y todos los tamaños. Estructuras altas, morenas, rubias, elegantes, delgadas, anchas, bajitas, pelirrojas…  Estructuras formales, lingüísticas, políticas, económicas, fiscales, retóricas, teatrales, sociales...
Palabrería y más palabrería. Bella, cierta, sincera, incluso la mejor palabrería que había escuchado i leído en muchos años. Llegaba a la piel y ésta lo agradecía erizándose de manera involuntaria.  Pero nadie quiere leer algo que llegue al estómago, lo revuelva y  encima tengas que agradecer la indigestión que ése conjunto de letras te ha provocado. ¡No, nada de eso! Nunca nadie quiere escuchar lo que ellos mismos ocultan, lo que ellos con sus propias manitas tapan. Si la mirada es el reflejo del alma, por favor, no te tapes los ojos que yo no me taparé la boca.
 Estructura, recuerda, estructura. Sonríe, sé amable, correcto, políticamente correcto; da buenos consejos, vacíos consejos basura; utiliza precaución, profilácticos, preservativos, condones, condones de látex, de plástico. Plástico entre dos personas. Separándolas por el bien de los dos. ¡Encima es pecado! Por una cosa en la vida en la cual la piel se pone en alerta con el contacto de la otra piel, en la que se sincronizan respiraciones, que las  acciones son desinteresadas… Vale, aquí ya me he puesto romántica. Estructura tu vida. ¿Y tenemos que vernos separados por un trozo de maldito plástico industrial rociado en aceite de oliva virgen extra disponible en diferentes sabores? Si, pequeño bebé, futuro estate tranquilo, aún no tienes que germinar, para eso estamos nosotros, para ponerle cabeza y látex. Sería un bonito discurso antes de plantearte si prefieres ponerle Beethoven o AC/CD al feto en no camino. Nunca estructuraré, no de momento. Enfermedades venéreas, maltrato, secuestros, violaciones, explotación infantil, corrupción, polución, falsificación, on, on, on…


Por eso hay que utilizar precaución, por eso hay que estructurar las cosas, por eso y solo por eso existen las palabras; Para decir lo que no quieres oír con bonitas formas o escuchar en voz alta lo que tu cabeza dice y tu boca tapa.

-Chica, te sobra poética y te falta disciplina.

viernes, 28 de junio de 2013

Matem els Homes

"Una dona mata un escarabat.

Un avió.

Un home mata un elefant

Un home mata una dona

Un home mata un home

Un home mata mil homes

Un home mata un país.

 

Volar, y volar, y volar..."

 

 
 
 
Diumenge 30 de Juny
al Teatre de Sant Feliu de Llobregat
Entrada Lliure!
 
 
 
Video promocional:
 
 
 
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sábado, 8 de junio de 2013

Viu el Teatre.






"El joiós amor al llit,
 el baptisme després, 
la penosa mort,
 la guerra,
 la pau,
 s'han d'assajar.
 La cacera del conill,
 el futbol,
 fins i tot el caos s'han d'assajar.
 L'atzar,
 el singlot, la
 màgia.
 El sant ha d'assajar el seu miracle, 

LA REBEL•LIÓ DELS PLEBEUS S'HA D'ASSAJAR."









18, 19 i 20  de Juny a les 21h
" Els plebeus assagen la rebel·lió" de Günter Grass
 pels alumnes de Tercer Matins del Col·legi de Teatre de Barcelona.

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martes, 12 de marzo de 2013

Deletreando reflejos

Existía una vez un moralista, uno entre tantos. No llamaba la atención por sus extensas teorías, sino por la forma como las expresaba. Él le llamaba " cruda realidad", sin florituras ni miramientos, a golpe de martillo! Aleccionaba a todo aquel al que tuviera un aprecio con su lengua viperina y su sarcasmo. Sólo con aquellas personas a las que le preocupaba su vuelo y su camino, a los demás "ni agua", si fuera por él ya se podían caer por las escaleras cuando llega el tren y no echan a correr.
Se pasó toda la vida sin una religión clara, envuelto en el ateísmo de las nuevas generaciones de su seno familiar, pero con el ansía y el anhelo de conocer e investigar todo aquello acompañado de interrogante. Pobre diablo! Ético, teórico, idealista e incluso inteligente cuando se lo proponía, pero incapaz de aplicarse ninguna de las lecciones que iba proclamando. Excepto una, la más recurrente y común entre las almas perdidas que lo rodeaban: La teoría sobre el amor; aquello que te resucita y te mata con solo pestañear. Tenía la palabrería adecuada y el entusiasmo necesario para hablar de ello con total distancia y banalidad. A aveces se preguntaba, en sus noches de insomnio y Absenta, si detrás de cada lección vital no había un grito de socorro en busca de aquello que llevaba buscando toda la vida: Un sentido, un Grial, un dios o quizás la gran mujer detrás del pobre desgraciado con muchas preguntas y la lengua muy hábil. Su ateísmo se fue convirtiendo en nihilismo alejándose de todo aquello que más anhelaba. Cuanto más ayuda quería prestar, más condescendiente se volvía su discurso. Falta de comunicación entre medio y emisor.
Un día, después de divagar entre sus sombras y sus resquicios de claridad escondidos gritó:
- Como creer en Dios si Dios no cree en nosotros!
Y de repente una voz agrietada por los años contestó :
- Porque Dios somos nosotros
Detrás de esa voz apareció una señora con una expresión dulce, los ojos azul cielo y un conjunto de magulladuras y cicatrices causadas por algún que otro desengaño amoroso. Él instintivamente la bautizó como "María Magdalena", la oveja negra de la Biblia  la única rebelde refugiada de la historia del cristianismo. No salía a cuenta darla a conocer al mundo así que todo bobalicón machista, poderoso e idealista, como él, decidió tacharla de indigna, como en nuestras mejores telenovelas. El señor moralista, divertido, conversaba con ella en busca de una teoría clara: Humanismo? Antropocentrismo? Existencialismo?
- Dios nos creó a su imagen y semejanza.- dijo ella. 
Y él como de costumbre hábil con sus palabras y erudito de ironías se miró al espejo y dijo:
-Sí, claro! La gran mentira de la historia  nos han hecho creer en un ser superior cuando ése ser llamado "Dios" no somos más que nosotros mismos. Vaya vuelto de los acontecimientos, menudo juego de palabras.. " a su imagen y semejanza..."
Calló. Se miró al espejo mientras hablaba y se dio cuenta de la gran metáfora que simbolizaban aquellas palabras, aquel gran concepto literario impuesto durante años. Miró a la señora, viéndole cada vez más rasgos de bruja y salió corriendo con los ojos llorosos mientras ella sonreía asintiendo.


Y la moraleja? Supongo que en cualquier esquina puede haber una bruja que te plante delante de un espejo y te haga ver detrás del reflejo.



"El dia de la partida mitja vida condormida, l'altre meitat vingué amb mi per no deixar-me sens vida."



Amén!

viernes, 15 de febrero de 2013

Retales sin hilo


Capítulo 1. Mi, lo de arriba. 
Estoy en plena metamorfosis. No sé si me estoy convirtiendo en pez como el pequeño Dalí, en pájaro como el ave Fénix o en piedra como la mirada de Medusa. 
Evolución o involución aún no lo tenemos claro pero lo indicios de cambio están presentes, solo nos falta determinar que camino tiene los ventanales más grandes. Mis órganos y músculos mudos me mandan señales de humo e intentan decirme algo en braile que no consigo descifrar, ya que el hemisferio derecho de mi cerebro está ocupado poniéndose guapo y escribiendo su biografia, que creerá ser best seller, qué tonteria!
 De esa manera el espácio interior de eso que llaman "cuerpo" se esta reconstruyendo con la mejor mano de obra del lugar apretándole cada vez más las tuercas al de arriba. Hasta  que llegue el día que explote,al igual que el Sol, esparciendo todos los colores feos y desagradables por el suelo , en un punto estratégico para ser barridos y enviador al container Verde del " Bon voyage". Sí, los rencores y las magulladuras van en el verde, como los envases. 
Este puzzle y engranaje interno en reformas me esta llevando a convertirme en un ser soñador y ya sabemos que no son buenos tiempos para los soñadores pero, que hi farem! El sueño se convierte en i aliado más íntimo y mi almohada en la amante más apasionada que nunca ha estado etre mis sábanas. Pasada la una y media de la madrugada la realidad me engaña y la fase rem  me retiene amordazada y con cadenas a lo onírico, convirtiéndome en un Salvador cobarde y reprimido en la proa de su barquito de pesca.
 Pintaré los mejores momentos del planeta mezclando ambar y ocre.



Capítulo 2. La vida subterránea.
Fuera pero abajo, para variar. Clima tropical y todo tipo de espècie animal que creiamos estinguida se encuentra con su gran culo gordo postrado en sus asientos grises. Situación socialmente adecuada. Sale a escena, asustado, un pobre animalillo herido cantando la misma serenata de siempre. Sus palabras piden monedas, su melodía carece de sinceridad, pero su aspecto reclama morir. Un ser casto, esotèrico y catòlico, de seminario, proclama a sus hermano que "No es manera" pero no afloja ni un duro, ha hecho voto de pobreza y de .. castidad? 
Una leona de la vieja sabana se acerca descarada, esta vez sin discurso y sin ese aroma fúnebre. A continuación una manada de pajarracas histéricas se ponen a cotillear y a comentar la jugada dándome motivos para desplumarlas de un golpe seco o clavarles el boli en el ojo... pero no lo hago, yo sigo a lo mío. Lo mío, devolverle las miradas al chico del gorro de delante, que me lee el movimiento de la mano intuyendo esta história. Parece que esto se acaba, se levanta. Pausa. Se despedirá? No escribo. Una mirada de reojo des de la puerta. Grácias.
Libros: " Vida de Mamá Margarita" y una Carta de Pizzas con su Margarita, Jamón, Bacón... Se repite una palabra senzilla que hace buena olor y que se regala. Transbordo y... aunque me duela todo músculo conocido o por conocer de eso que llaman "cuerpo", unos acordes acústicos me empujar hacía arriba. Premio! Unos ojos de plato simpaticos que me saludan por dejar que mi mirada tenga un affaire con ellos. Selva.

" Que siempre llego a la deshora que me marca el corazón."




Capítulo3. Libros sobre railes.
En cuestión de unos meses, quizás años, "El chico del metro que lee" ha ganado el puesto indiscutible de personaje emblematico de mis viajes subterráneos. Siempre que aparece, cuando lo hace, convierte párpados caídos y pérdida y repetición de las mismas tres palabras de la pagina 291 en  lucidez e imaginación.
Cada libro que el lee contiene una porción de nuestra história escrita con rima libre y verso alejandrino. Una história des de  la querida distáncia de descubrir aquella mirada de búsqueda y captura, de reconocer unas facciones familiares y una nueva situación, sin libro, sin ese lenguaje corporal en el cual puedo intuir un carácter y una vida detrás. 
No te había reconocido. Y tu a mi? Seguro que sí.
Imaginemos... imaginemos que un día al descubrirme entre tus páginas me reconoces como Lady Macbeth, como Fedra o incluso como Cristina Sagnier. Qué pasaría entonces? Al darte cuenta de mi instáncia entre las comas y al leer que ya estamos escritos me invitarías a sentarme a tu lado, quizás me recitarías algunos versos o, con un poco de grácia, me empujarías fuera del vagón jugandonos la vida al cobijo de una sonrisa pícara. El trayecto acabaría en tu escondite, donde estás siempre que yo no te encuentro. Ahí la história adoptaría otra dimensión convirtiéndonos en el noveno tomo de Gray y sus sombras.
Hasta la próxima pequeña, nos vemos donde nunca toca el sol!







"¿ Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño
y los sueños sueños són."

sábado, 2 de febrero de 2013

PENTESILEA

Amor, Guerra, Odio, Destrucción, Enfermedad, Pasión, Impotencia  Energía  Sangre, Armas, Ingenuidad, Ejércitos, Inocencia, Ganas, Ritmo, Atrevimiento, Fuerza, Heroicidad, Dolor, Rosas, Leyendas,Reina, Mutilaciones, Deseo, Hombre, Mujer, Aquiles, Pentesilea.


"No era tan folla potser com semblava. "



miércoles, 30 de enero de 2013

Hi havia una vegada


Con casi 19 años he vivido más cosas que la mayoría de la media catalana, española , incluso mundial. No puedo explicarte batallitas de la mili , ni el hambre que pasé durante la postguerra , ni siquiera puedo describirte lo que sentí al escuchar a Montserrat Caballé y a Fredy Mercuri en  las Olimpiadas del 92. Pero...

He dejado plantada a una mujer en el altar llamándola "zorrón", me he suicidado, he apuntado a mi novio con una pistola, he dado a luz y a continuación me han quitado al bebé, también tuve un hermano enganchado al caballo. He sido un árbol, una puta a domicilio, la musa de un pintor atormentado, me han moldeado como a una estatua  he reencarnado a la preciosa e inofensiva Cécile de Volanges, he convencido a toda una ciudad para rebelarse contra los hombres y el sexo acabando así con una guerra. Un día fui violada por un lobo mientras me cantaba el "abuelito dime tu", me he perdido en el desierto a punto de morir asfixiada, he sido norteamericana. En una de estas he ido en silla de ruedas con hambre de sexo, he sido parte de un animal fantástico transportando a 12 personas a un cuento de hadas. He estado en el cielo y en el infierno, he nacido y he muerto....

Estos serán mis cuentos de bona nit .

*

Unos años después, con casi 21 años las palabras aumentan a un ritmo frenético, la experiencia sube como la espuma y el placer del escenario se mantiene. A finales de Enero y a principio de Era puedo decir que he vivido más, mucho mas. Me he colocado con el oxígeno de la vida, he bailado hasta llorar, he amado durante minutos, he tenido una nariz roja y feliz, me he despedido sin parar, he sido parte de un cuervo, he volado donde yo quisiera con solo abrir y cerrar. He luchado con golpes de aire, he sido moldeada y dada a la vida, he conocido al padre de mis hijos echando un polvo en los lavabos de un avión, he buscado sin cesar a un tal Klein, he sufrido mucho por un amor lleno de dudas, he descrito un asesinato, he sido una judía quemada en una Iglesia, que cantado, reído y llorado. También he sido un caballo esquizofrénico, parte de un decorado, una rata, he formado parte de una gran fiesta, he sido el gran tirano del Pare Ubú maltratando a mi mujer con una Barbie, he muerto con una palmada, he sido Jesucristo. Sí, he matado a un hombre con solo una cerilla, he sido una psicóloga colocada, una amazona llamada Arbusto III, me he convertido en marioneta,me han matado de un polvo, he dado mil vueltas sin marearme, le he gritado a una reina y aún quiero hacer mucho muchísimo más.





Media vida se me olvida.

martes, 8 de enero de 2013

" Queridos Reyes Magos de Oriente, intuyo que estáis algo enfadados o molestos conmigo ya que este año habeis pasado por mi casa moviendo la mano mientras pasabais de largo. Y ahora direis que vuestro regalo ya lo recibí hace unos dias, antes de cualquier niño, que suerte! Mi regalo no es material, es auténtico, con un mensaje navideño de amor, perdón y misericórdia. 
¿Me habeis visto demasiada cara de atea y me estáis dando una lección? 
Quizás estáis hartos de niñas como yo, que odian la Navidad y aprovechan para sabotear toda muestra de tradición diciendo palabras malsonantes con el pica pica y utilizando el sarcasmo junto con el redondo de pollo. Si es así, grácias, ya buscaré vuestro regalo en algo que me pueda beneficiar. Me tomaré esto como otra prueba más para tentar a mis nervios, para decidicr entre paciéncia o muerte y sobretodo para serme fiel a mi misma. También quería una tablet y un móvil con central espacial, como mis amigos, pero ya me esperaré a otro año que me haya portado mejor. Otro año en el cual haya callado eso que pienso, que haya controlado mi carácter y que me haya comprado las chinchetas de la sonrisa, para próximas cenas familiares y demás.
Pero siento comunicarle a sus majestades que no os he escrito para quejarme, ni mucho menos. Os he escrito para pediros por favor que no regaleis más libros de autoayuda. Como ya no sabía a quien recurrir he contactado con vosotros, los altos cargos de este paripé. No os pido que rectifiquéis los regalos de este año ya que habéis tenido un largo viaje des de Laponia o des de alguna parte de ese famoso "Oriente". Esta demanda es para que el año que viene os dejeis de polladas (con perdón a sus majestades) y si queréis regalar literatura, que sea de verdad. Ahora sí, por fin y después de tres años puedo decir que odio profundamente la autoayuda y a todo aquel depresivo que la lee, convirtiéndose en el súper hombre (hinchable) de Niestzche por leer a cuatro saca cuartos sin escrúpulos. Más de una amiga mia estaría muy orgullosa de mi si leyera esto, señor Baltasar. Toda esa psicología barata de manual es autodestructiva y asquerosamente empalagosa para que los desamparados encuentren un timón invisible que guié sus vidas.  Me estoy agriando, sí, llevo doble de vinagre, también, pero almenos ningún libro por muy bien escrito que esté me dirá quién soy ni que coño pinto en este teatro de marionetas, todas ellas ansiosas por conocer a su titiritero. 
Seré yo quién lo descubra y si no es ahora ya lo haré otro año que me porte mejor.



Con todos mis respetos:

Adriana. G Andreo "







PD: Shhh,, los reyes no són los padres, són la Jacqueline.